En muchas empresas latinoamericanas, el proceso de onboarding sigue siendo visto como un trámite superficial, algo que puede resolverse con una inducción rápida o un manual de bienvenida. Sin embargo, estudios recientes muestran que esta visión está desactualizada y podría estar costando a las empresas mucho más de lo que imaginan. Según un informe de HBR (2020), un proceso de onboarding bien diseñado puede mejorar la retención de empleados en un 82% y aumentar su productividad en un 70%. ¿Es entonces el onboarding una inversión estratégica o un gasto innecesario?
Por un lado, líderes empresariales como los de Laboratoria, una startup peruana dedicada a la formación de mujeres en tecnología, han demostrado que un proceso de onboarding riguroso tiene un impacto directo en el compromiso y la retención del talento. Al implementar un sistema de mentorías y formación continua desde el primer día, Laboratoria ha logrado mantener una tasa de retención superior al 85% entre sus nuevos empleados (Jiménez, 2021). Por otro lado, hay empresarios que argumentan que, en economías con recursos limitados, el onboarding no puede permitirse ser tan detallado. Para ellos, los empleados deben aprender rápido y adaptarse "sobre la marcha", sin demasiados recursos dedicados al proceso.
Este último enfoque fue seguido por una empresa agrícola en Colombia, la cual decidió reducir el onboarding a un solo día para ahorrar costos y acelerar la integración de nuevos empleados. Sin embargo, esta decisión resultó contraproducente, ya que la empresa enfrentó una alta rotación en los primeros seis meses, perdiendo más del 30% de sus nuevas contrataciones. El costo de reemplazar a estos empleados, junto con la pérdida de productividad, superó por mucho el ahorro obtenido al acortar el onboarding (Montoya, 2022).
El contraste entre estas dos realidades pone en evidencia la importancia de un buen onboarding. En entornos empresariales donde los márgenes son ajustados, como en muchas PYMEs latinoamericanas, la retención del talento es vital para la sostenibilidad. Ignorar el onboarding puede parecer una forma de ahorrar, pero a largo plazo, la rotación constante de empleados y la baja productividad salen mucho más caros.
En conclusión, el onboarding no es una "carga" para las empresas, sino una herramienta estratégica que puede marcar la diferencia entre un equipo comprometido y productivo, o uno ineficiente y en constante rotación. ¿Es un lujo? Solo si se ve desde una perspectiva cortoplacista. Te invito a continuar explorando este tema a lo largo de la semana. En el próximo artículo, abordaremos los enfoques teóricos que han dado forma a la evolución del onboarding y cómo puedes integrarlos en tu empresa.