El problema no es el ERP, ni el Data Lake, ni la tecnología de punta. El problema son los datos que nadie gobierna. Datos que se capturan sin criterio, se interpretan sin consenso y se reportan sin responsabilidad. En ese vacío, cualquier sistema se vuelve frágil.
ORÁCULO propone una ruta concreta para transformar información imperfecta en decisiones más sólidas. No busca perfección, busca resiliencia. No promete orden, promete aprendizaje.
1. Conocé la fuente
Antes de confiar en cualquier número, sabé quién lo genera, cómo se captura y bajo qué criterios. Sin trazabilidad, los datos son apuestas. Y en América Latina, apostar sin saber es perder.
2. Estandarizá procesos
Cada área debe hablar el mismo idioma. Inventarios, clientes, ventas: definiciones comunes evitan que un mismo dato signifique cosas distintas en distintas oficinas. Sin reglas compartidas, el ERP se convierte en un traductor defectuoso.
3. Validá constantemente
No esperes auditorías anuales. Implementá revisiones rápidas y frecuentes para detectar errores antes de que se conviertan en decisiones erróneas. La validación no es control: es prevención.
4. Fomentá la responsabilidad
Los datos no son propiedad de TI. Cada reporte debe tener un responsable visible. Y ese responsable debe saber que su credibilidad depende de la calidad de la información que entrega. Incentivá la transparencia, no la ilusión de perfección.
5. Usá los datos para decidir
Los datos que no guían acciones son ruido. Cada tablero, cada indicador, cada métrica debe responder a una pregunta real. Si no genera aprendizaje, es decoración. Y en contextos volátiles, decorar es peligroso.
6. Aprendé del caos
Los datos nunca serán perfectos. Cada error o inconsistencia debe convertirse en una señal de alerta y en oportunidad para fortalecer procesos. La antifragilidad no se diseña: se practica.
ORÁCULO no es una receta. Es una brújula. Te orienta hacia una cultura donde los datos no se veneran, se discuten. Donde el sistema no busca certezas, sino capacidad de adaptación. Donde cada error fortalece, no debilita.
Con esta ruta, el ERP deja de ser una vitrina tecnológica y se convierte en lo que siempre debió ser: un sistema vivo, imperfecto, pero confiable.