Al borde del abismo, muchas empresas escuchan una voz seductora: "¡Pivota o muere!" Pero ¿y si el verdadero peligro está precisamente en ese giro? En el mundo de los negocios, el "pivot" se ha convertido en un mantra incuestionable. Se repite en foros, libros y talleres como la única salvación ante la incertidumbre. Sin embargo, pivotar no siempre salva; a veces, destruye.
Dropbox comenzó como una simple idea de sincronización de archivos, y su video explicativo fue su primer gran pivot mental. Slack nació de un videojuego fallido. Cambiaron de rumbo, sí, pero no por desesperación: lo hicieron porque habían aprendido algo. En cambio, Quibi, con miles de millones de dólares, giró tantas veces sin dirección que terminó estrellándose. Pivotar no es bailar, es operar a corazón abierto.
El problema es que muchos confunden pivotar con improvisar. En lugar de aprender del cliente, ajustan el producto por miedo al fracaso. No hay nada más peligroso que un líder que decide girar porque el Excel no cuadra o el inversor está impaciente. Así se sacrifica una visión por un capricho táctico. Así se mata una empresa antes de que nazca.
Pero el contraargumento también pesa: quedarse quieto puede ser letal. Blackberry no quiso moverse. Kodak ignoró la cámara digital. Nokia no entendió Android. La historia empresarial está plagada de cadáveres que murieron de inmovilismo. Entonces, ¿pivotar o resistir? ¿Girar o profundizar? ¿Qué distingue un cambio estratégico de un acto de desesperación?
Lo que se necesita no es una moda, sino un criterio. Un lente que ayude a leer el contexto, medir el aprendizaje y decidir si el rumbo debe mantenerse o transformarse radicalmente. No basta con "escuchar al cliente". Se trata de comprender el sistema, los patrones y los límites reales del modelo actual. Un pivot no debe ser un salto de fe, sino una apuesta informada.
En el próximo artículo nos meteremos al fondo del concepto: ¿qué es realmente un pivot y cómo distinguirlo de una traición estratégica? Exploraremos la innovación lean y sus límites, y pondremos sobre la mesa las ideas de Eric Ries, Steve Blank y Robert Sutton. No pivotes todavía. Primero, entiende lo que está en juego.